10 noviembre, 2022

La banalidad del mal: el concepto filosófico que explica la trivialidad del mal

Hannah Arendt 

¿Es siempre el mal la causa del mal? En otras palabras, ¿Los individuos que cometen el mal, tienen necesariamente motivaciones malévolas?. Considero relevante ésta cuestión para el activismo educacional, porque la mayoría de la gente participa de forma activa y deliberada en la explotación animal. 

En el siguiente artículo analizaré brevemente el concepto filosófico que explica la trivialidad del mal, y su importancia en la manera que abordamos la injusticia del especismo


Hannah Arendt (1906 - 1975)

Fue una filósofa alemana y teórica política de origen judío, que escapó del régimen nazi a Francia y luego a Estados Unidos. Es autora de algunas obras célebres como Los orígenes del totalitarismoLa condición humana y el libro que nos interesa en este artículo, conocido como Eichmann en Jerusalén.

¿Cuál es la relación de Arendt, el régimen nazi y el concepto filosófico de La banalidad del mal? Primero es relevante mencionar los Juicios de Núremberg y el juicio de Adolf Eichmann, para comprender el contexto histórico y finalmente analizar la tesis sobre la trivialidad del mal. 

Juicios de Núremberg (1906 - 1962)

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Fueron juicios que estuvieron destinados a procesar los crímenes contra la humanidad, a finales de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los juicios que fue bastante polémico y se transmitió en distintas partes del mundo, fue el juicio de Adolf Eichmann. Arendt fue enviada como corresponsal del periódico The New Yorker a Jerusalén, con el objetivo de cubrir y analizar el juicio de Eichmann.

Adolf Eichmann (1906 - 1962)

Fue un oficial del régimen nazi y criminal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Fue acusado por el asesinato de millones de judíos, ya que fue uno de los principales organizadores del traslado de las víctimas a los campos de concentración y el destino final a las cámaras de gas.

El juicio de Eichmann (1961 - 1962)

Adolf Eichmann


Eichmann fue capturado en 1960 en Argentina y enviado a Jerusalén para su condena. Tras varias sesiones de su juicio, fue declarado culpable de genocidio y condenado a muerte en 1961. Finalmente fue ejecutado en la horca en 1962.

Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal

Arendt asistió a las distintas sesiones del juicio, esperaba encontrar a un individuo psicópata, con un trastorno mental o un monstruo como era catalogado por la prensa de la época. Sin embargo, se desconcertó al darse cuenta que Eichmann era una persona normal, un simple burócrata que seguía órdenes de sus superiores. Tras varios artículos sobre el juicio, Arendt finalmente escribe el libro Eichmann en Jerusalén. Esto generó discusión, polémica e incluso la autora recibió amenazas por la obra publicada.

En el libro la filósofa hace un análisis profundo del individuo Eichmann, y se pregunta por los motivos que lo llevaron a cometer los crímenes contra la comunidad judía. Arendt se dio cuenta que el acusado había perdido toda capacidad crítica o reflexión sobre sus actos, simplemente actuaba para cumplir las órdenes de sus superiores. Aquí surge el concepto de banalidad del mal: se origina cuando un agente pierde toda capacidad crítica sobre sus actos (por inercia social, adoctrinamiento cultural o ideológico) y comete el mal por cuestiones triviales. En palabras de Arendt:

"El mal no es nunca 'radical', solo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensión demoníaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie. Es un 'desafío al pensamiento', como dije, porque el pensamiento trata de alcanzar una cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo en que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la banalidad".

¿Qué es la banalidad del mal?

El mal no es excepcional o propio de los psicópatas o enfermos mentales, sino que puede ser cometido por la gente normal, y por cuestiones triviales. Esto es la banalidad del mal: ocurre cuando algunos individuos cometen injusticias y son personas normales (sin poseer trastornos mentales o rasgos de psicopatía), incluso son personas empáticas y justas con los miembros del grupo social al que pertenecen. El concepto de banalidad del mal se ha usado en la filosofía y en otros ámbitos con el objetivo de explicar el mal banal, y es perfectamente extrapolable a otros contextos donde se comete el mal sin un pensamiento crítico o reflexión sobre los propios actos. Por ejemplo: en la injusticia del especismo y la explotación animal. 

La banalidad del mal en la explotación animal

La mayoría de las personas participan en la explotación animal por cuestiones triviales, no lo hacen porque tengan una maldad inherente o por algún trastorno mental. Fueron adoctrinados en una cultura que normaliza la violencia y la discriminación especista. Mediante la educación nos inculcan los prejuicios y hábitos de conducta, que configuran nuestra forma de pensar y actuar con los demás. Por lo tanto, el mal que se comete en este caso es trivial, no radical. 

Los humanos que discriminan a otros en función de la raza, especie, sexo, orientación sexual u otra característica irrelevante, no son malas personas o tienen una maldad inherente. Fueron adoctrinados en una cultura que normaliza la violencia y la discriminación arbitraria. Esto es un problema de educación. 

La importancia del concepto filosófico de la banalidad del mal en el activismo

El problema radica en la educación antropoespecista que recibimos desde temprana edad, pues nubla el razonamiento moral o la empatía. Para solucionar este problema de raíz, lo racional y efectivo es enfocar nuestro esfuerzo en la educación vegana

Todos podemos ser Eichmann, y casi la humanidad entera actúa como Eichmann cuando se trata de otros animales.

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