08 septiembre, 2025

Ser profesor: una cuestión ética. Reflexiones a partir de José Antonio Fernández Bravo.

                     


                          631.300+ Profesor Y Alumno Fotografías de stock, fotos e imágenes libres de  derechos - iStock | Tutor, Videoconferencia, Valores


El profesor José Antonio Fernández Bravo, en su entrevista del programa Aprendemos juntos 2030, expone su fórmula pedagógica: “Observar y enseñar desde el cerebro del que aprende”, pues según el pedagogo, no existe método de enseñanza superior a la capacidad de aprendizaje de la mente humana. Su intervención me generó algunas reflexiones que compartiré a continuación.

Bravo sostiene: “Que las respuestas que obtenemos no coincidan con las que esperamos, no significa en modo alguno que no razonen, sino que hay discrepancias entre lo que nosotros deseamos y lo que obtenemos”. En efecto, la niñez se caracteriza por una serie de aspectos diferenciados respecto a la adultez, como la interiorización de las normas sociales y éticas, el desarrollo de la identidad, el crecimiento físico y emocional, y la adquisición de habilidades motoras - cognitivas. Por ello, la forma en que los niños se expresan y razonan será naturalmente distinta a la de un adulto. Incluso, la etapa infantil no es necesariamente determinante por sí sola, ya que influyen múltiples factores, como condiciones del neurodesarrollo o trastornos psicológicos. 

Bravo afirma también: “Me enseñaron a callar para que hablaran ellos. Son tus silencios los que conquistan su voz”. Pero ese silencio no implica pasividad ni ausencia de rol pedagógico. Al contrario: implica acompañar y guiar en el proceso de aprendizaje, y al mismo tiempo aprender de la mente que se pretende enseñar. Cada individuo es único e irrepetible, con tiempos y procesos distintos para aprender. Reconocer y asumir esa diversidad no es solo una estrategia didáctica, sino un acto de respeto a la dignidad de la persona, entendida no como recipiente vacío que llenar, sino como sujeto activo, con historia y lenguaje propio. 

Aquí resuena otra de sus frases: “Los niños me enseñaron a escuchar, escuchar es preguntarse por qué dicen lo que dicen, por qué hacen lo que hacen”. 

Ser profesor implica — em-patizar, sentir desde — con los estudiantes. Es decir, imaginar cómo sienten ellos: ponerse en su lugar, intentar comprender sus respuestas, su forma de ver el mundo, su lenguaje y sus silencios. Este ejercicio es un acto del razonamiento, pues implica un ejercicio activo de la razón: supone concluir que cada estudiante tiene una personalidad única, y a su vez reconocernos en ellos, ya que nosotros también fuimos niños alguna vez. 

Identificarnos con nuestros estudiantes es reconocer en ellos las mismas facultades que en nosotros, aunque con expresiones, intereses y niveles de desarrollos distintos. Las facultades están presentes en cualquier ser humano; lo que varía es su forma, tiempo y el modo de manifestación y nivel de desarrollo. 

Finalmente, me quedo con esta frase de Bravo: “Los niños te hacen pensar que quizás el adulto sea un niño empobrecido”. Podemos entender esto no solo como una diferencia en la expresión o comprensión del mundo, sino también como la pérdida de una capacidad fundamental: el asombro. En la adultez, muchas veces perdemos la capacidad de maravillarnos, de jugar, correr o reír con libertad. Esas acciones expresan el asombro de nuestra existencia: la conciencia viva de estar en el mundo. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario